El Tamiz

Antes simplista que incomprensible

Enviado el número de octubre de 2012

Portada El Tamiz 201210

Ya está enviado a mecenas y colaboradores el número de octubre. Esta vez no ha hecho falta incluir versiones separadas mobi/prc, ya que no había cosas “raras” como cajas de texto ni tablas, con lo que la versión mobi es válida para lectores antiguos y nuevos. Como siempre, por cierto, las versiones de libro electrónico son obra de johansolo.

En el número de octubre,

  • Desafíos - Los cristales blindados de Bootes

  • Desafíos - Los cristales blindados de Bootes (solución)

  • Francis Bacon (I)

  • Francis Bacon (II) (aún sin publicar)

¡Que ustedes lo disfruten!

Francis Bacon (I)

Nota: Estamos de mudanza, con lo que este mes ha sido casi imposible escribir nada. Ésa es la razón de que este artículo esté roto en dos partes no tan largas como otras veces. Lo siento, y espero que el mes que viene todo vuelva a la normalidad…

Como sabéis los habituales, en la larga serie Hablando de… recorremos el pasado saltando de asunto en asunto de manera caótica, enlazando cada artículo con el siguiente y tratando de mostrar cómo todo está conectado de una manera u otra; los primeros veinte artículos de la serie están disponibles, además de en la web, en forma de libro y los siguientes doce van de camino a formar un segundo volumen, pero la cosa tiene pinta de ir para largo. En los últimos artículos hemos hablado de Carl Linneo y empleado en su obra magna, el Systema Naturae, que acabó en el Index Librorum Prohibitorum, lo mismo que todas las obras de Giordano Bruno, prohibidas por el Papa Clemente VIII, quien en cambio tres años antes dio el beneplácito de la Iglesia al café, bebida protagonista de la Cantata del café de Johann Sebastian Bach, cuya aproximación intelectual y científica a la música fue parecida a la de Vincenzo Galilei, padre de Galileo Galilei, quien a su vez fue padre de la paradoja de Galileo en la que se pone de manifiesto lo extraño del concepto de infinito, cuyo tratamiento matemático sufrió duras críticas por parte de Henri Poincaré, el precursor de la teoría del caos, uno de cuyos padres, Sir Robert May, fue Presidente de la Royal Society de Londres, sociedad formada a imagen de la Casa de Salomón descrita en el Nova Atlantis de Francis Bacon. Pero hablando de Francis Bacon…

El mundo en el que nació Bacon era enormemente distinto del que describimos hace un par de meses al hablar de la fundación de la Royal Society un siglo más tarde; de hecho, como dijimos entonces, el propio Sir Francis fue uno de los principales responsables de que las cosas cambiaran tanto en pocas décadas. Aunque Europa se encontraba ya inmersa en cambios revolucionarios, en muchos aspectos la Inglaterra en la que nació Bacon era aún un país medieval, reacio al cambio y rígido en sus instituciones. Pero este individuo genial, contradictorio y sorprendente le daría una patada en salva sea la parte no sólo a su país de origen sino al mundo entero, empujando a ambos a mirar hacia el futuro e inspirando a varias generaciones de juristas, científicos y políticos.

Pero empecemos por el principio.

Los tipos espectrales [2/10], en vídeo

Como sabéis, Pedro F. Pardo, David Moñivas y yo (más bien ellos dos) estamos convirtiendo la serie de La vida privada de las estrellas a vídeo. Hace más o menos un mes publicamos el primer capítulo, el nacimiento de una estrella.

Bien, ya está listo el segundo capítulo, el correspondiente al artículo sobre los tipos espectrales. Mi tocayo se ha superado esta vez y ha mejorado el artículo original añadiendo alguna animación para visualizar lo que se dice. Además, en esta ocasión el vídeo tiene subtítulos opcionales como mejora adicional. Aunque aún podemos mejorar algunas cosas, tengo que reiterar mi admiración y agradecimiento a ambos.

Esperamos que paséis un buen rato viéndolo. Además de verlo aquí mismo, también podéis encontrar el vídeo en youtube (de hecho os recomiendo que lo veáis allí en pantalla completa y alta definición).

Desafíos - Los cristales blindados de Bootes (solución)

El Tamiz: Desafío

La semana pasada os planteamos el primer desafío de la temporada, el de los cristales blindados de Bootes. Era un desafío puramente matemático y con un matiz interesante: que hay muchas posibles soluciones (muchos algoritmos para calcular la resistencia de los cristales), no sólo una. La cuestión estaba en llegar a una solución más eficaz que las de los demás.

Como me pasa siempre, he disfrutado como un enano leyendo vuestras soluciones. Estos desafíos me vienen de perlas como cura de humildad: yo estaba orgulloso de la mía, pero luego ha resultado que no era ni de lejos la óptima, y las vuestras (y sus explicaciones) me han encantado a la vez que bajado los humos.

Pero recorramos juntos los distintos grupos de soluciones, que son básicamente tres. He intentado describirlas en el orden en el que suelen ocurrírsele a quien piensa en el problema, pero ese orden es además, claro, orden de eficacia de menor a mayor. Sospecho que el primer tipo es el primero que se le ocurre a casi cualquiera al pensar en el problema, luego te planteas el segundo –si es que llegas ahí, claro– y finalmente el tercero. Por si a quienes no hayáis llegado lejos en este proceso os sirve de algo, yo tampoco llegué al tercer grupo, así que podemos llorar juntos.

Desafíos - Los cristales blindados de Bootes

El Tamiz: Desafío

Tras la pausa veraniega de rigor, hoy volvemos a plantearos un desafío para desoxidar esas células grises. Si no conoces estos desafíos, puedes leer una breve descripción aquí. Básicamente se trata de plantearos una pregunta cuya respuesta requiere pensar un rato, investigar y tal vez discutirla con amigos, correligionarios y camaradas antes de llegar a la solución. Lo de menos, de hecho, es llegar a la solución correcta –en el caso de hoy no hay una sola, porque es una cuestión de grado–: lo divertido es simplemente pensar.

El desafío de hoy es bastante simple en su planteamiento y espero que lo disfrutéis tanto como yo (he pasado un buen rato pensando en él). No hacen falta conocimientos de física, simplemente un papel, un lápiz y darle al coco un rato.

Los cristales blindados de Bootes

Bootes, Gal. Inc., era una de las empresas de seguridad más conocidas en todo su Sector Galáctico. Se dedicaba a fabricar sistemas de protección y monitorización: cámaras, alarmas, vehículos blindados, etc. En los últimos años su trabajo se había vuelto más difícil según el armamento iba desarrollándose más y más, especialmente las armas láser y los disruptores –armas terribles capaces de desintegrar la materia en partículas subatómicas–.

Bootes estaba tratando de sacar al mercado un nuevo producto: un cristal blindado capaz de resistir un rayo disruptor. Se trataba de un cristal carísimo, fabricado a partir de las lágrimas de madres laocontianas derramadas a la muerte de sus retoños –una historia larga y poco agradable–, y la empresa aún no sabía la resistencia exacta de los cristales.

El responsable de probar la resistencia de estos cristales blindados era un joven matemático recién llegado al puesto, un Pato de Alfa Cygni llamado Tooseb cuya meticulosidad y cuidado le habían ganado ya varios ascensos. Sin embargo, aunque era muy capaz, la situación ante él era delicada.

Los rayos disruptores se clasifican según su potencia entre el 1 (el más débil) y el 100 (el más potente posible). Esta clasificación es estándar en toda la Galaxia, de modo que todo el mundo entendería, por ejemplo, una campaña publicitaria en la que Bootes, Gal. Inc. anunciase cristales blindados capaces de resistir un rayo disruptor de potencia 17, o uno de potencia 78. El problema era, naturalmente, que Bootes no tenía ni idea de cuál era la potencia máxima que sus cristales podían resistir, únicamente que estaba entre 0 (si era incapaz de resistir el más débil de potencia 1) y 100 (si podía resistirlos todos).

La empresa había conseguido, con gran coste, producir dos cristales de prueba: Tooseb podía utilizarlos en sus pruebas de resistencia, pero no tenía ningún cristal más, de modo que debía asegurarse una respuesta certera con esos dos cristales nada más. Además de los cristales, por supuesto, Tooseb disponía de un rayo disruptor regulable, capaz de lanzar descargas de potencia entre 1 y 100 a voluntad (un pequeño panel digital le permitía seleccionar la potencia deseada para cada disparo).

Si no hubiera habido ninguna restricción más, la cosa no hubiera supuesto problemas. Tooseb simplemente podría haber puesto un cristal frente al rayo disruptor y disparado con potencia 1, luego 2, luego 3, etc. Tarde o temprano el cristal se hubiera roto (o no, en cuyo caso soportaría potencia 100) y el Pato podría haber informado a sus superiores de la resistencia de los cristales.

Pero cada disparo del disruptor consumía una enorme cantidad de corriente eléctrica –traducción en términos corporativos: un enorme coste–. De modo que Recursos Humanos había informado a Tooseb que lo mejor para su permanencia en Bootes, Gal. Inc. era planear las pruebas para realizar el menor número de disparos posible.

El joven Pato de Cisnte estaría en problemas… salvo que te tiene a ti, estimado y paciente lector, como asesor. Como primera pregunta, ¿Qué plan de pruebas realizarías para determinar la resistencia de los cristales?

Las aclaraciones de rigor:

  • La probabilidad de que la resistencia del nuevo cristal sea un valor cualquiera es idéntica: hay la misma probabilidad de resistir 1 que 2 que 78. Bootes no tiene ni idea de dónde está el umbral de resistencia.

  • Todos los cristales son atómicamente idénticos: si uno resiste la potencia x pero no x+1, todos los demás resistirán exactamente lo mismo.

  • Tooseb no tiene restricción en cuanto a los dos cristales: no es mejor una solución que usa sólo un cristal pero no el otro. Los cristales ya han sido pagados y se da por sentado que ambos terminarán rotos.

  • Lo que determina una solución mejor o peor es el número de disparos requeridos para asegurar el valor de la resistencia. Puesto que no es posible saber ese valor con antelación, la solución ideal minimiza el número de disparos medios y el número de disparos máximos necesarios.

Como segunda pregunta, si las condiciones hubiesen sido distintas de modo que los disparos siguieran siendo el factor fundamental pero Tooseb dispusiera de infinitos cristales y no sólo dos, ¿cómo cambiaría entonces tu plan de pruebas?

Finalmente, ¿eres capaz de generalizar las dos respuestas anteriores a un rango de potencias 1-n en vez de 1-100?

Podéis enviarnos las soluciones a desafios@eltamiz.com hasta el domingo día 7 de octubre inclusive. Como siempre, enviar la solución antes no la convierte en mejor: lo importante es que garantice un número pequeño de disparos, que sea clara, esté bien explicada, etc. Puesto que seguramente meteremos cada solución en un programa de simulación (en el que generaremos la resistencia de los cristales aleatoriamente entre 1-100 un millón de veces, por ejemplo), cuanto más específico y bien definido sea el plan de pruebas que has diseñado, mejor, pues más fácil nos será programar el proceso en el ordenador.

Como siempre, los comentarios de esta entrada están cerrados para que nadie le amargue la fiesta a los demás dando la solución públicamente. Si encuentras alguna duda en el planteamiento dímelo por correo y, si puedo, te la aclaro.