¿Dónde estás tú? En la derecha de la foto.
En la entrada de hoy y dentro de “Ahora que lo pienso…” estrenaremos una serie de artículos (aún no sé cuántos, posiblemente tres o cuatro) relacionados con una idea central: cómo afecta a lo que puedo deducir de lo que veo el hecho de que lo estoy mirando. Esto puede sonarte un poco a cuántica, pero no es exactamente lo mismo: vamos a hablar, no de que el hecho de que alguien observe una cosa modifica esa cosa, sino del hecho de que _yo _sea un observador y consciente de que lo soy. No hay ninguna modificiación física del Universo en este caso: el efecto se debe a que estoy seleccionando un observador (yo) y eso debe tenerse en cuenta acerca de los razonamientos hechos sobre lo que observo.
He decidido romper este asunto en varios artículos porque es bastante abstracto y, francamente, llega un momento en el que no viene mal parar un rato y reflexionar. Advertido quedas de que puede aburrirte o parecerte una tontería. También ten en cuenta que muchas de las cosas de las que hablaremos no son ciencia, es decir, no son susceptibles de experimentación. De hecho, esta serie de artículos es más filosófica que científica, y su objetivo principal es hacer pensar - si te resulta estimulante, genial. Si no, hay muchas cosas que leer en la red.
En esta primera entrega de la serie voy a tratar simplemente de definir el concepto central, que puede resumirse así: la selección del observador modifica las conclusiones extraídas del hecho observado. Dicho de otra manera: el otro sentido de la autopista probablemente se mueve más rápido que el tuyo.