El Tamiz

Antes simplista que incomprensible

Esas maravillosas partículas - El gravitón

En el anterior artículo de la serie Esas maravillosas partículas, en el que hablamos acerca del bosón de Higgs, terminamos con la última partícula interesante del Modelo Estándar de partículas subatómicas. A partir de hoy nos adentramos en aguas procelosas: estudiaremos partículas que no sólo no han sido observadas experimentalmente, sino que están fuera del modelo que tantos éxitos ha tenido en sus predicciones.

Por otro lado, estar fuera del Modelo Estándar no tiene por qué significar que la partícula en cuestión sea una frívola suposición ni nada por el estilo: no es vergonzoso para una partícula estar fuera de él; para empezar, los físicos saben que el Modelo Estándar no es una teoría completa del Universo y las partículas que en él existen, pues no explica todo lo que hemos observado hasta ahora. Algunas de las partículas de las que hablaremos a partir de hoy serán, en efecto, apuestas arriesgadas por parte de los físicos teóricos que las han propuesto, pero otras son posibilidades muy reales y estamos ahora mismo buscándolas. De hecho, hoy verás cómo puedes poner un granito de arena en esta búsqueda desde tu propia casa.

En cualquier caso, la primera partícula más allá del Modelo Estándar de la que vamos a hablar es, aunque hipotética, nombrada con relativa frecuencia. En gran parte esto se debe a que, como veremos, todo sería tan bonito y simétrico si esta partícula existiese… hablaremos del gravitón.

Vídeos - Cultura orca

Estaba documentándome para artículos más profundos cuando me he encontrado con una noticia y un vídeo que me han parecido muy interesantes, de modo que, como siempre que me ocurre esto, lo comparto con vosotros.

Se trata en este caso de una conducta fascinante por parte de algunos grupos de orcas. Seguro que has visto el documental en el que varias orcas llegan a la playa con las olas y atacan a leones marinos – esto es algo parecido pero, en mi opinión, aún más impresionante.

Louis Pasteur

Libro disponible:
Los primeros veinte artículos de la serie (del ácido sulfúrico a Louis Pasteur) están disponibles como libro en tapa dura y como libro electrónico.

Por si no conoces Hablando de…, en esta larga serie de artículos recorremos diferentes aspectos de ciencia y tecnología de manera aparentemente aleatoria, haciendo especial énfasis en aspectos históricos y enlazando cada artículo con el siguiente. Tratamos, entre otras cosas, de poner de manifiesto cómo absolutamente todo está conectado de una manera u otra.

En las últimas entradas de la serie hemos hablado acerca del físico Enrico Fermi, que tuvo una importante participación en el Proyecto Manhattan, iniciado por el gobierno estadounidense como respuesta a una carta de Szilárd y Einstein en la que avisaban de la posibilidad de que los Nazis desarrollaran una bomba atómica, algo que nunca llegó a ocurrir posiblemente gracias a Werner Heisenberg, aunque el bando aliado sí utilizó armas atómicas en los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, llevados a cabo por bombarderos B-29 Superfortress, cuyos motores estaban construidos por la empresa fundada por los famosos hermanos Wright, los primeros en hacer volar un aeroplano, máquinas que se convertirían en armas en la Primera Guerra Mundial, aunque no tan terroríficas como el gas mostaza, que en el mar se polimeriza y puede ser confundido con ámbar gris, utilizado en la Edad Media como amuleto de protección contra la Peste Negra, posiblemente causada por la bacteria llamada originalmente Pasteurella pestis en honor de Louis Pasteur. Pero hablando de Louis Pasteur…

Solemos pensar en Pasteur principalmente –y con razón– como uno de los padres de la microbiología. Sin embargo, como ha ocurrido en el caso de otros grandes científicos a lo largo de esta serie, Louis Pasteur despuntaba en muchas actividades, no sólo en una. Y en este caso además, como veremos a lo largo de la entrada, ayudado por la suerte – hay veces en las que hasta los errores traen triunfos.

Sonidos del espacio

En la página de la NASA me he topado con algo que me ha llamado mucho la atención. Se trata de varios archivos de sonido relacionados con el espacio – algunos son sonidos reales, otros han sido tratados de alguna manera o incluso son ondas electromagnéticas convertidas en sonido mediante software. Pero todos son interesantes, y algunos incluso algo desasosegadores.

Cuántica sin fórmulas - La hipótesis de de Broglie

En entradas anteriores de la serie Cuántica sin fórmulas hemos hablado acerca de la actitud adecuada para enfrentarse a la mecánica cuántica y poder entenderla, la hipótesis de Planck, el efecto fotoeléctrico y el átomo de Bohr. Si no has leído esos artículos deberías hacerlo antes de seguir leyendo éste, pues se basa en conceptos establecidos en los anteriores. Por cierto, no hace falta decir que voy a realizar simplificaciones y aproximaciones que, si eres físico como yo, pueden hacer hervir tu sangre. Si es así, tómate un respiro y lee algo más elevado – la red es muy amplia.

Dicho esto, recordarás cómo Einstein había revolucionado las teorías sobre la naturaleza de la luz al sugerir que la luz está cuantizada, es decir, compuesta de entidades elementales que denominamos fotones. La suposición de Einstein no sólo explicaba el porqué del efecto fotoeléctrico, sino que fue confirmada experimentalmente pocos años más tarde y hoy la aplicamos a todo tipo de ondas. Dicho mal y pronto –y como espero que recuerdes– la teoría de Einstein dice que si se observa el comportamiento de las ondas (por ejemplo, la luz) en determinadas condiciones, se comprueba que dichas ondas son también partículas.

El siguiente paso en nuestro camino hacia la realidad cuántica lo dio Louis-Victor-Pierre-Raymond, séptimo Duque de Broglie, en su tesis doctoral de 1924. La idea de de Broglie es de una sencillez tremenda, pero las conclusiones ponen la carne de gallina. El genial francés realiza el siguiente razonamiento, que al principio puede parecer una estupidez: si las ondas son también partículas, eso quiere decir que las partículas son también ondas. Dicho de otro modo, querido y paciente lector: tú eres un ser… ondulatorio.