El Tamiz

Antes simplista que incomprensible

Encuesta – Nueva serie en el horno

Como mencioné en un comentario reciente, tenemos idea de empezar una serie nueva (está en el horno, dorándose). Debería decir “tengo” y no “tenemos” porque Geli no está demasiado convencida de que sea una buena idea por si los ataques indignados, pero bueno. El caso es que tengo un par de preguntas que haceros sobre el asunto, de modo que escribo esta breve entrada.

Lámpara que funciona con gravedad: *¡thbppppt!*

Al final voy a tener que crear una nueva categoría llamada “¡thbpppppt!” para los artículos en los que soltamos pedorretas (pues ése es el sonido que se representa, por si te lo estabas preguntando) a noticias “científicas” que no tienen ningún sentido: ya hemos soltado las “pedorretas de El Tamiz” al agua como combustible, al budum y a las construcciones ancestrales en la Luna, pero hoy toca otra – quiero aprovechar además para hablar de cierta actitud que he notado alrededor de esta noticia pero también en otras ocasiones que me pone algo nervioso.

Normalmente no hablo de pseudo-noticias porque es dar bombo a lo que no lo merece, pero cuando dan el salto a la popularidad sí me gusta dar mi opinión, para que haya de dónde leer versiones diferentes y hacerse una impresión personal. Esta noticia ha llegado a portada de meneame y de digg (afortunadamente en ambos sitios ha habido quien ha criticado la fiabilidad de la noticia), de modo que más bombo no va a tener, y probablemente la has leído ya. La he visto también en [Muy Interesante](http://www.muyinteresante.es/index.php?option=com_content&task=view&id=939&Itemid=134 “”), lo cual me ha puesto triste. En fin: la fuente original de la noticia es la Virginia Tech University (vergüenza debería darte, Virginia Tech) y dice, resumiendo, lo siguiente (si quieres detalles puedes leer los enlaces anteriores):

Un estudiante de postgraduado ha inventado una lámpara que usa LEDs y obtiene la energía necesaria para brillar de la gravedad terrestre (tiene un peso en el interior que el usuario sitúa en la parte superior para “cargar” la lámpara, y el peso cae mientras la lámpara brilla). El artilugio, que se llama Gravia, es capaz de brillar con 600-800 lúmenes durante 4 horas antes de que el usuario tenga que “cargarlo” de nuevo.

¿La opinión de El Tamiz? ¡thbpppbppt!

Tras las críticas de la gente que hizo cuentas para ver si las cifras encajaban, la Universidad actualizó la página de la “noticia” con una aclaración: no es que la lámpara tenga esos números ahora, pues los LEDs actuales aún no tienen la suficiente eficiencia; para obtener esos resultados habrá que esperar a futuros LEDs más eficientes.

¿Nuestra opinión sobre la aclaración? Espera, que cojo aire: ¡thbbppppbbbbbbbpppppttt!

Nanotubos de carbono

Libro disponible:
Los segundos doce artículos de la serie (de la seda a Johann Sebastian Bach) están disponibles como libro en tapa dura y como libro electrónico.

Por si no conoces Hablando de…, en esta larga serie de artículos recorremos diferentes aspectos de ciencia y tecnología de manera aparentemente aleatoria, haciendo especial énfasis en aspectos históricos y enlazando cada artículo con el siguiente. Tratamos, entre otras cosas, de poner de manifiesto cómo absolutamente todo está conectado de una manera u otra.

En las últimas entradas de la serie hemos hablado acerca del proyecto nuclear Nazi, algo que nunca llegó a ocurrir posiblemente gracias a Werner Heisenberg, aunque el bando aliado sí utilizó armas atómicas en los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, llevados a cabo por bombarderos B-29 Superfortress, cuyos motores estaban construidos por la empresa fundada por los famosos hermanos Wright, los primeros en hacer volar un aeroplano, máquinas que se convertirían en armas en la Primera Guerra Mundial, aunque no tan terroríficas como el gas mostaza, que en el mar se polimeriza y puede ser confundido con ámbar gris, utilizado en la Edad Media como amuleto de protección contra la Peste Negra, posiblemente causada por la bacteria llamada originalmente Pasteurella pestis en honor de Louis Pasteur, una de cuyas hazañas fue terminar con la plaga que estaba acabando con las larvas de Bombyx mori francesas, productoras de seda, una sustancia que, en comparación con su peso, puede llegar a ser bastante más resistente que el acero, aunque no llega a la resistencia de los nanotubos de carbono. Pero hablando de los nanotubos de carbono…

Hemos mencionado estas interesantes estructuras brevemente en un par de ocasiones en la vida de El Tamiz: cuando hablamos sobre el carbono y sus formas alotrópicas, y cuando hablamos del grafeno. Como espero que recuerdes si leíste ese artículo, el grafeno es simplemente una lámina formada por átomos de carbono unidos unos a otros formando una especie de “panal de abejas”. Bien, un nanotubo de carbono es, en su forma más simple, lo que se obtiene si “enrollas” una lámina de grafeno en forma de cilindro:

Nanotubo de carbono

Diagrama de un nanotubo de carbono. Crédito: Wikipedia/GPL.

¿Has leído “Cántico por Leibowitz”, de Walter Miller?

Soy plenamente consciente de que a los lectores más ávidos el ritmo de publicación de El Tamiz os deja con ganas de más lectura estimulante. Aparte ya de los enlaces a otras páginas interesantes de la red, de vez en cuando recomendamos un libro de ciencia o ciencia-ficción en la sección ¿Has leído…?. Desafortunadamente, sólo hemos publicado dos artículos en esta serie, y hace mucho tiempo del último, de modo que aquí tenéis el siguiente – quiero intentar establecer un ritmo fijo de publicación en esta serie, de modo que si tenéis una opinión sobre el período más adecuado, ya sabéis. Mi idea es, en principio, recomendar un libro cada mes o dos meses: hay que tener en cuenta que no todos pueden resultar igual de interesantes y que puedes haber leído ya el que recomendamos.

A Canticle for Leibowitz Cover 1st ed

Portada de la Primera Edición, 1960.

Pero bueno, al grano: el libro de hoy es una obra maestra de la ciencia-ficción, como los otros dos que hemos recomendado en esta serie anteriormente. Se trata de la única novela publicada en vida de Walter M. Miller Jr., y es como si toda la creatividad y el genio que otros escritores reparten por varias novelas él los hubiera concentrado en una. No tengo rubor en reconocer que hay lugares de la novela en los que se me saltan las lágrimas de emoción cada vez que la leo. ¿Has leído “Cántico por Leibowitz?”

Cuántica sin fórmulas - El principio de incertidumbre de Heisenberg (II)

Ésta es la segunda parte (de tres) del artículo sobre el principio de indeterminación de Heisenberg, que continúa la primera parte que publicamos hace tan sólo unos días y que puedes leer aquí. Este artículo forma parte de la serie de Cuántica sin fórmulas, que deberías leer desde el principio antes de zambullirte en la entrada de hoy.

En la primera parte del artículo hablamos acerca del origen teórico de las relaciones de indeterminación obtenidas por Heisenberg. Hoy nos centraremos en la interpretación física que el propio Werner Heisenberg dio a esas relaciones, mediante un experimento mental que trató de poner de manifiesto el origen físico de la incertidumbre en cuántica. Además de describir el experimento hablaremos acerca de lo que el principio de incertidumbre no es y de algunas falsas concepciones sobre el asunto.