El desafío de los koalindres colgantes no tenía física demasiado complicada, sino que la complicación venía por el hecho de que había infinitas poleas con infinitos koalindres colgando de ellas. ¿Cómo atacar el problema del infinito? Básicamente había tres formas, y hay finalistas (y ganador) que han usado las tres. Espero que disfrutéis al leer cada vía de ataque al problema.
Para no mantener el suspense hasta el final, los finalistas han sido Hotze, Álvaro y Pablo, y el ganador ha sido Vicente. Pero lo importante no es eso, sino saborear sus soluciones y las tres vías (esto parece teología), de modo que vamos con ello.
La primera y más ingenieril era usar análisis numérico: hoja de cálculo o bien un programa de ordenador hecho a la carta. Quienes han optado por esta solución han resuelto el problema en primer lugar, no para infinitos koalindres, sino para dos (o tres). Luego para cuatro, luego para cinco… y han dejado que el programa vaya calculando la aceleración según iba aumentando el número de koalindres.
Lo bueno de hacer esto es que muchas veces no hace falta llegar al infinito: se puede ver un patrón en las soluciones, o a veces el límite al que tiende el sistema está claro. El finalista que he elegido en esta categoría es Hotze, cuya solución completa podéis leer aquí: solución de Hotze. En su tabla de cálculo para un número creciente de koalindres podéis ver cómo se huele la solución numérica hacia el quinto o sexto koalindre – la aceleración del koalindre inicial es la mitad que la gravedad.
La segunda forma de atacar el problema era la matemática, es decir, utilizar el cálculo de límites o series: el principio es igual que en la anterior, es decir, expresar la aceleración en función del número creciente de koalindres. La diferencia con la anterior es simplemente que, una vez obtenida esa expresión, se calcula estrictamente utilizando límites (si era una función del número de koalindres) o una suma de infinitos términos (si era una serie).
El segundo finalista, Álvaro, ha hecho esto: ha expresado la tensión de cada cuerda en función del número de koalindres involucrados, para luego llevar el problema hasta el infinito analíticamente. Podríamos decir que es la solución dinámica infinita. El resultado es el mismo que en la solución numérica, pero en mi opinión algo más elegante. Podéis leer la explicación de Álvaro –que empieza en el caso más simple para desgranar los pasos y luego ir complicando la cosa– aquí: solución de Álvaro.
El ganador ha hecho lo mismo, pero empleando energías. Al fin y al cabo, una vez el sistema se deja libre, su energía mecánica debe conservarse, de modo que es posible utilizar el hecho de que la variación de energía cinética y la variación de de energía potencial deben ser opuestas para obtener la solución (una vez más, utilizando series y límites). Me ha costado elegir entre la solución de Álvaro y ésta, pero tras leerlas unas cuantas veces me ha resultado más elegante la del ganador, Vicente. Podéis leerla completa aquí: solución de Vicente.
¿Por qué revelo el ganador antes de hablar del tercer método de resolver el problema? Porque desgraciadamente quien lo ha intentado, en mi opinión, no lo ha conseguido, pero quiero poner aquí su solución para que intentéis pulirla.
El tercer modo de atacar el entuerto del infinito, que podríamos llamar la solución simétrica, era buscar alguna simetría que permitiese hacer algo así como una recursión en programación: encontrar una expresión en la que se repitiese algo para poder incluirlo en su propia definición y así no tener que hacer cálculos infinitos. Es la más difícil de conseguir, pero al mismo tiempo la más concisa y elegante.
El tercer finalista, Pablo, ha intentado eso mismo, pero su solución da algún “salto” que me chirría. A ver si juntos conseguís revisarla, remozarla y hacer que encaje, porque sería preciosa. Yo, desde luego, resolví el problema como Álvaro y Vicente, es decir, con series infinitas, pero me encantaría ver una solución recursiva. Podéis leer la cortísima solución de Pablo aquí: solución de Pablo.
Espero que os hayáis divertido, porque no habrá otro desafío hasta después del verano. ¡Que descansen las neuronas y felicidades a finalistas y ganador!