A veces se me pone una sonrisa de felicidad tontísima en la cara, y ésta es una de esas veces; espero que a ti te pase lo mismo tras leer esta brevísima entrada. Estoy hablando de una noticia a la que me habéis referido varios de vosotros (¡la había leído ya, pero gracias!), sobre la anomalía detectada en la velocidad de los neutrinos y anunciada por el CERN. Y no, la sonrisa no es por lo revolucionario de nada, sino por el orgullo que siento (injustamente, porque no tengo nada que ver con el asunto).
Me explico. Si no sabes de lo que estoy hablando, puedes leer sobre ello básicamente en todas partes: aquí o aquí, en este otro sitio, por poner tres ejemplos, o mejor aún, el comunicado del CERN. Ejercicio para el lector: compárese lo que dice el comunicado del CERN con algunos de los titulares anteriores. Así va el mundo.
Resumiendo la versión de multitud de sitios en la red, incluidos muchos medios tradicionales: Oh Dios mío DIOS MÍO han descubierto neutrinos que viajan más rápido que la luz la relatividad es mentira todo se desmorona revolución REVOLUCIÓN CIENTÍFICAAAA!!!!!!!!! ((Múltiples signos de exclamación - el signo seguro de una mente enferma [Terry Pratchett]))
Resumiendo la versión del CERN: los físicos han medido el “tiempo de vuelo” de neutrinos emitidos desde el CERN hasta Gran Sasso, en Italia, a 730 kilómetros de distancia del punto de emisión. Al dividir la distancia recorrida por el tiempo empleado en recorrerla, el resultado que han obtenido es mayor que la velocidad de la luz en el vacío.
Aquí es donde empiezo a sonreír con orgullo ajeno. ¿Qué han hecho los científicos responsables del asunto ante esto?
Primero se han extrañado, claro: es algo que contradice cosas muy bien establecidas de un modo extraordinario. Por lo tanto, han supuesto que se trataba de un error, y se han dispuesto a encontrarlo.
Han revisado los cálculos y medidas, y realizado la medición unos cuantos miles de veces, para eliminar cualquier desviación estadística; teniendo en cuenta todas las imprecisiones conocidas, el margen de error en el tiempo de vuelo de los neutrinos es de unos 10 nanosegundos, mientras que los neutrinos parecen haber llegado 60 nanosegundos antes de lo que debería haberlo hecho la luz. Vamos, que los errores de medida inevitables y conocidos (como la distancia recorrida, medida con GPS, y cosas así) no explican la anomalía.
A continuación se han planteado qué tipo de errores sistemáticos podrían haber estado cometiendo, o qué cosas podrían no estar teniendo en cuenta al calcular la velocidad de los neutrinos y que tal vez darían cuenta del sorprendente resultado. Dicho de otro modo, no se han fiado de sí mismos en absoluto, han dudado de todo, y han comprobado todo lo que pueden comprobar, además de buscar “agujeros” o inconsistencias en lo que han hecho.
No han encontrado nada raro, de modo que ¿qué han hecho a continuación? No fiarse en absoluto. De un modo mucho más formal que el que uso yo, claro, han venido a decir lo siguiente: chicos, nos sale algo rarísimo, y seguramente estamos metiendo la pata en alguna parte. Pero hemos comprobado todo lo que se nos ocurre, y no encontramos el fallo. ¿A alguien se le ocurre algo? ¿Alguien puede revisarlo todo y, tal vez, hacer algún experimento equivalente para ver si le sale lo mismo?
Algunos medios de comunicación, claro, han traducido eso como “Oh Dios mío DIOS MÍO!!!!!!, etc.”, pero de eso no tienen la culpa los del CERN y Gran Sasso.
Alguno dirá, y es cierto, que no se trata únicamente de humildad, altruismo y sensatez: si un científico pusiera el grito en el cielo cada vez que observa algo que parece contradecir lo que sabíamos antes, en poco tiempo su credibilidad se iría a la porra y con ella, seguramente, su carrera profesional. ¡Pero ésa es una de las virtudes de la ciencia, por cruel que sea! Cualquier afirmación sorprendente va a ser analizada y, si es ciencia mal hecha, descuartizada sin la menor piedad. No hace falta una supervisión externa – somos feroces con nosotros mismos.
De modo que, tal vez, haya que hablar en el futuro de algo revolucionario e interesantísimo –si es así, a ello nos pondremos–, y tal vez no. Yo sospecho que no, y que o no conseguiremos replicar estos resultados en otro sitio, o que será alguna otra cosa, y no la relatividad, la que está fallando, de modo que aprendamos algo nuevo pero no algo revolucionario. Para descubrirlo hace falta paciencia.
Pero eso es lo de menos: no es a las ideas –viejas o nuevas– a las que tenemos apego, y no son las ideas –viejas o nuevas– las que nos hacen estar orgullosos. El modo en el que avanzamos en el conocimiento es lo realmente enorme, más grande que la relatividad, los neutrinos o cualquier otra cosa que venga mañana. Y, si esta noticia se queda en nada y la olvidamos pronto, al menos recordemos la sonrisa de felicidad que pusimos ante cómo afrontamos lo desconocido desde la Ciencia.