Estaba escribiendo el siguiente artículo de Cuántica sin fórmulas, el pequeño interludio en el que hablamos de algunas constantes físicas (especialmente la de Planck), cuando me volvió a la cabeza una idea que ya me había rondado antes – la de recorrer los Premios Nobel de Física y Química, de principio a fin, explicando las circunstancias de cada descubrimiento y profundizando un poco en cada asunto en un artículo consecutivo.
Por si te lo estás preguntando, la conexión es el cálculo del valor de la constante de Planck, algo que le valió (entre otras cosas) el Premio Nobel de Física a Robert Andrews Millikan en 1923. Los Premios Nobel, con todos sus defectos, son un retrato bastante fiel del estado de la ciencia en cada momento y de cuáles son los asuntos “candentes” y los descubrimientos más impresionantes de cada época. Recorrerlos desde su creación hasta ahora permite tener una idea bastante amplia de lo que hemos ido descubriendo acerca del Universo, de modo que me entusiasma la idea de hacerlo en una “serie múltiple”: Premios Nobel, que tendrá su primer artículo durante esta semana pero quiero presentaros hoy.
La idea es la siguiente: para cada año desde la inauguración de los Premios Nobel (1901) recorreremos los premios de Física y de Química. Por ejemplo, el primer artículo de la serie –en el que ya estoy trabajando, pero que se publicará durante la semana que empieza– estará dedicado al descubrimiento de los rayos X por parte de Wilhelm Röntgen. Así, cada año desde 1901 hasta ahora (con alguna excepción porque no sea demasiado interesante o no haya habido premio, o porque se trate de un premio repartido entre varios descubrimientos) tendrá dos entregas, una de Física y otra de Química.
Además, mi idea es dedicar un artículo doble a cada Premio concreto: una primera parte histórica, y una segunda divulgativa. La razón es que me parecen fascinantes ambas cosas: por un lado, conocer cómo se realizó el descubrimiento, las peculiaridades del científico (o científicos) en cuestión, etc. El propio discurso de aceptación del Premio (o el de presentación por parte de la Academia) tiene un valor enorme, pues nos permite ver hoy con ojos de ayer el descubrimiento – sabrás a lo que me refiero cuando leas algunos fragmentos del discurso de presentación del premio a Röntgen. Por otro lado, aprovecharé la oportunidad para hablar, en una segunda parte, de lo que sabemos hoy acerca del fenómeno en cuestión, y para explicarlo al estilo Antes simplista que incomprensible de El Tamiz, enlazando con los artículos ya publicados al respecto cuando sea posible.
En resumen, creo que es uno de esos viajes que merecen la pena, tanto por la historia de la Ciencia en el siglo XX (y lo poco que llevamos del XXI) como por todos los campos de la Física y la Química que han sufrido cambios en estas décadas. Igual que Conoce tus elementos, se trata de una serie de gran longitud por definición, pero recuerda que lo que importa no es el destino, sino disfrutar del trayecto.
Por si te lo estás preguntando, sí, el próximo artículo de Cuántica sin fórmulas tendrá que esperar a la semana que viene, pero francamente, este año tengo tan poco tiempo para escribir que me cuesta tener disciplina: escribo lo que me apetece en cada momento, incluso aunque cambie los planes de publicación. Espero que, a cambio, disfrutéis con la nueva serie y los lugares a los que nos lleve; como siempre, si tenéis sugerencias o comentarios, ya sabéis – aún estáis a tiempo de influenciar la estructura de la serie o su enfoque.
Dentro de unos días, Premios Nobel - Física 1901 (Wilhelm Röntgen).