Aunque casi siempre lleguemos tarde (la información de hoy fue publicada por la NASA ayer), seguimos fieles a nuestro compromiso de manteneros al día respecto a la misión de Phoenix en Marte. La semana pasada mencionamos que la sonda se disponía a recoger una muestra de suelo para analizarla utilizando varios de sus instrumentos, antes de tratar de obtener una muestra de hielo.
La muestra analizada en el laboratorio húmedo. [Versión a 1000x693 px](https://eltamiz.com/wp-content/uploads/2008/06/muestra-terreno-marciano-grande.jpg “”). Crédito: NASA/JPL-Caltech/University of Arizona/Texas A&M; University.
Aunque los análisis completos van a tardar probablemente otra semana, los resultados preliminares tras un par de ellos son interesantes – una vez más, no revolucionarios aún, pero sí prometedores.
Phoenix ha realizado hasta ahora dos pruebas con la muestra de regolito obtenida. En primer lugar, ha introducido alrededor de 1 cm3 de material en su Laboratorio de Microscopía, Electroquímica y Conductividad que, como recordarás si leíste la disección de la sonda que realizamos hace un par de semanas, es el “laboratorio húmedo” de Phoenix y nos permite realizar experimentos inéditos con suelo extraterrestre, mucho más parecidos a los que se realizan en edafología en la Tierra que cualquier cosa que hayamos logrado hacer antes fuera de nuestro planeta.
Animación de la introducción de la muestra en el laboratorio húmedo. Crédito: NASA/JPL/UA.
Como dijimos en la “disección”, la sonda lleva agua para mojar las muestras de terreno. Esta agua, por supuesto, está congelada a la temperatura a la que se encuentra Phoenix incluso a pleno sol, pero la sonda la ha calentado hasta derretirla y luego ha introducido el regolito dentro, revolviendo y mezclando bien para formar barro. A continuación ha empezado la batería de pruebas que estaba planeada para conocer la composición y propiedades químicas del suelo en superficie (recuerda que este laboratorio tiene espacio para cuatro muestras, y las otras serán a más profundidad).
Los primeros resultados, como he dicho al principio, son prometedores: en primer lugar, el pH del terreno es básico (entre 8 y 9), lo que lo hace perfectamente apto para la vida tal como la conocemos. Los científicos estaban algo preocupados por la posibilidad de que el suelo marciano fuera muy ácido, lo que supondría unas condiciones más hostiles para la vida microbiana que conocemos, pero se trata de un suelo no demasiado diferente del terrestre.
Además de la acidez, se ha analizado la composición química del terreno. Como he dicho, hace falta tiempo para tener todos los datos, pero se sabe ya que esta muestra contiene varios nutrientes necesarios para la vida. Entre otras cosas, hay sales de magnesio, sodio y potasio – sales que indican una probable presencia de agua líquida en el pasado, aquí o en otra parte (tal vez hayan sido movidas por el viento tras evaporarse el agua). La acidez y composición del suelo lo harían adecuado para cultivar muchas plantas terrestres (aunque esto fuera imposible en la práctica por otras razones, como la falta de agua líquida, oxígeno, etc.).
Además, una segunda muestra de material se ha introducido en otro de los instrumentos científicos de la sonda, el TEGA, que en la disección llamamos (y seguiré llamando aquí) “horno vaporizador”. En este caso la muestra se ha sometido a unos 1000 ºC para analizar el vapor generado, y los resultados son también prometedores.
Se ha detectado, entre otras cosas, la presencia de dióxido de carbono y agua. El agua probablemente no estaba químicamente libre, sino que formaba parte de hidratos, pero es una vez más una prueba bastante concluyente de la interacción con agua en el pasado. Los científicos esperaban encontrar indicios de interacción con CO2 y H2O y, efectivamente, así ha sido.
En palabras de William Boynton, responsable del TEGA,
En este momento, es difícil cuantificar exactamente cuánto dióxido de carbono y vapor de agua fue desprendido o hacer una identificación de minerales. Lo que ya podemos decir es que el suelo ha interaccionado con agua en el pasado. Pero no sabemos si esto ha sucedido aquí, en la región polar, o si ha ocurrido en algún otro lugar y el material fue transportado aquí en forma de polvo.
Hasta ahora no se han encontrado trazas de carbono de origen orgánico ni otros indicios de vida, pero tampoco había muchas esperanzas de lograrlo con esta muestra: es de una profundidad máxima de unos 3 cm, y la intensidad de la radiación ultravioleta aquí en la superficie probablemente hubiera hecho imposible que existiera vida microbiana. La cuestión es que las condiciones del terreno sí permitirían su existencia a mayor profundidad, con lo que todavía tenemos esperanza.
Como digo, no se trata de descubrimientos revolucionarios, pero los científicos de la NASA se han puesto a dar saltos de alegría cuando los primeros resultados han mostrado que el suelo marciano dispone de las condiciones necesarias para la vida microscópica que conocemos. Estaremos al tanto de los siguientes resultados, pues Phoenix ya ha obtenido otra muestra de terreno y seguirá realizando análisis en las próximas semanas.
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