El vídeo de hoy pretende lograr un doble objetivo: por un lado, mostrarte (por si no los conoces) el curiosísimo comportamiento de cierto tipo de fluidos que denominamos ferrofluidos; y, por otra parte, tratar de poner de manifiesto que ciencia y arte no están reñidos en absoluto. La belleza extraña y sutil de las obras de arte que vas a ver no hubiera sido posible sin que sus autores aplicaran el conocimiento científico sobre los ferrofluidos.
Pero ¿qué son los ferrofluidos?
No son más que líquidos que tienen un comportamiento superparamagnético, es decir, se ven enormemente afectados por los campos magnéticos externos, pero cuando el campo magnético desaparece vuelven a su estado normal. Para obtenerlos suele cogerse algún aceite sintético y añadirle minúsculas partículas de algún material ferromagnético (como un óxido de hierro).
Para que el ferrofluido realmente se comporte de manera adecuada, estas partículas deben ser muy pequeñas (de unos 10 nanómetros), y no pueden quedarse pegadas unas a otras: deben estar dispersas uniformemente por todo el líquido, pues son ellas las que le dan sus propiedades. Por eso suelen recubrirse las partículas de una fina capa de alguna sustancia tensoactiva, como el ácido oleico, que impida que las minúsculas limaduras lleguen a “tocarse”, de modo que se tiene una disolución coloidal.
¿Qué sucede entonces? Que ves cómo se comporta una sustancia ante un campo magnético cuando realmente puede moverse como le place. La mayor parte de las sustancias paramagnéticas son sólidas, de modo que no se ve nada espectacular cuando se introducen en un campo magnético: si les acercas un imán son atraídos por él, y se mueven… pero, al ser sólidos, se mueven “como un todo”.
En el caso de un ferrofluido, cada parte del líquido puede moverse independientemente (hasta cierto punto, pero muchísimo más libremente que en un sólido). Las pequeñas partículas ferromagnéticas se ven afectadas por el campo magnético, pero cada una de forma distinta, pues no están en el mismo sitio: y cuando se mueven “tiran” del líquido en distintas direcciones, creando formas fantásticas.
De hecho, cuando un ferrofluido se encuentra dentro de un campo magnético variable la superficie del fluido cambia de forma cuando lo hace el campo. Es posible así hacer que el fluido se mueva modificando el campo magnético a voluntad.
El vídeo que vas a ver muestra la aplicación de este conocimiento a la creación de esculturas dinámicas por un artista japonés, Sachiko Kodama, en colaboración con otros como Minako Takeno y Yasushi Miyajima. La música (que es parte de la obra) contribuye a la atmósfera, de modo que te recomiendo que lo veas con sonido.
Personalmente, aparte del placer de ver algo bello, me deja una sensación inexplicable de necesitar rascarme la cabeza (no me preguntes por qué). Espero que lo disfrutes tanto como yo: son realmente algo diferente.
Kodama combina el efecto del campo magnético con un “soporte” para el fluido: una especie de “árboles de Navidad” con un surco en espiral que recorre cada uno y por el que el líquido puede ascender cuando hay un campo magnético, creando… bueno, mejor lo ves tú mismo:
¿Por qué razón mostrar tan a menudo artes y ciencias como opuestos? El conocimiento y la creatividad se alimentan mutuamente.
Para saber más: Ferrofluido.