Por si no conoces Hablando de…, en esta larga serie de artículos recorremos diferentes aspectos de ciencia y tecnología de manera aparentemente aleatoria, haciendo especial énfasis en aspectos históricos y enlazando cada artículo con el siguiente. Tratamos, entre otras cosas, de poner de manifiesto cómo absolutamente todo está conectado de una manera u otra.
En las últimas entradas de la serie hemos hablado acerca de la “realidad cuántica”, puesta en cuestión por algunos físicos, que se enzarzaron en interesantes debates como las discusiones entre Einstein y Bohr, en las que tomaron parte otros genios como John von Neumann, cuyas ideas de máquinas auto-replicantes, junto con el concepto de una inteligencia artificial comparable a la humana de Turing, llevaron a las primeras predicciones de una “singularidad tecnológica”, que podría ser una explicación de la Paradoja de Fermi propuesta por el físico Enrico Fermi, que tuvo una importante participación en el Proyecto Manhattan, iniciado por el gobierno estadounidense como respuesta a una carta de Szilárd y Einstein en la que avisaban de la posibilidad de que los Nazis desarrollaran una bomba atómica, algo que nunca llegó a ocurrir posiblemente gracias a Werner Heisenberg, aunque el bando aliado sí utilizó armas atómicas en los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, llevados a cabo por bombarderos B-29 Superfortress, cuyos motores estaban construidos por la empresa fundada por los famosos hermanos Wright, los primeros en hacer volar un aeroplano, máquinas que se convertirían en armas en la Primera Guerra Mundial, aunque no tan terroríficas como el gas mostaza. Pero hablando del gas mostaza…
Aviso: El contenido de esta entrada es desagradable. Aunque tratamos de exponer las cosas de manera lo menos gráfica posible, la propia naturaleza del artículo hace inevitable que hablemos de cosas que pueden hacerte sentir incómodo. Además, hay una foto de un afectado por gas mostaza. Estás avisado.
El bis(2-cloroetil)sulfano (C4H8Cl2S) fue sintetizado en la segunda mitad del siglo XIX (no está demasiado claro por quién). El primer químico del que estamos seguros logró producirlo fue Frederick Guthrie en 1860. Guthrie, como Albert Niemann unos años más tarde, describió ciertas propiedades tóxicas en el compuesto, pero la concentración y la cantidad producidas eran suficientemente pequeñas como para que ninguno de los dos fuera consciente del terrible peligro que suponía.
Molécula de bis(2-cloroetil)sulfano
En 1886, el alemán Viktor Meyer descubrió un proceso por el cual se obtenían concentraciones mayores, y uno de sus ayudantes ya sufrió quemaduras debidas al compuesto. Sin embargo, el inicio del horror se produjo, por lo que sabemos, cuando el inglés Hans T. Clarke se encontraba mejorando el sistema de Meyer en Alemania, trabajando junto con Emil Fischer, en 1913. Uno de los recipientes que contenía la sustancia se rompió, y Clarke sufrió quemaduras tan graves que tuvo que estar hospitalizado durante dos meses. Cuando Fischer envió un informe del accidente a la Sociedad Química Alemana, sus miembros fueron conscientes del potencial uso del gas mostaza como arma - el gobierno alemán inició su desarrollo como agente químico casi inmediatamente.
El gas mostaza, irónicamente, no es un gas a temperatura ambiente: es un líquido. Una de sus principales propiedades es que es un vesicante, es decir, produce ampollas cuando entra en contacto con la piel. Esto no sucede inmediatamente, sino entre 4 y 24 horas después de la exposición. Si los ojos están expuestos al agente mostaza (pues ése es otro de sus nombres), se sufre una grave conjuntivitis y fuertes dolores e irritación, y puede perderse la vista.
Más horrible aún es que también produce intensa irritación, sequedad y ampollas en cualquier mucosa con la que entra en contacto: si se inhala en forma de aerosol, por ejemplo, las mucosas de la tráquea, los bronquios y los pulmones sufren graves daños. En general, además de sufrir ampollas internas, sangran, inundando los pulmones de sangre y produciendo un edema que puede matar a la víctima. La exposición de más de un 50% del cuerpo a este compuesto es normalmente letal.
Efectos del gas mostaza - 1917.
Hoy en día sabemos que tiene otros terribles efectos, desconocidos en sus inicios: reacciona muy rápidamente con iones cloruro, produciendo otro ión llamado sulfonio, que a su vez se asocia con la guanina, uno de los nucleótidos del ADN. La modificación del ADN de esta manera en el núcleo de las células puede producir la muerte celular o cáncer.
Los alemanes utilizaron el “gas mostaza” por primera vez en la Gran Guerra contra soldados canadienses en 1915, y posteriormente contra los franceses en la Tercera Batalla de Ypres (los franceses lo llamaban yperita por esa razón). No era el primer agente químico utilizado en la guerra: ya se habían empleado, por varios países involucrados, otros compuestos tóxicos. Sin embargo, el gas mostaza fue probablemente el más eficaz.
Los alemanes lo utilizaban, o bien en forma de aerosol (recuerda que no es un gas, sino un líquido) o en el interior de bombas de artillería. Cuando era lanzado contra la infantería, causaba estragos: no porque matase a muchos soldados, pues no lo hacía (recuerda que hace falta un 50% de exposición de la piel). Incapacitaba a muchos de ellos, produciendo gran sufrimiento y llevando a los servicios médicos del enemigo al borde del colapso (hacen falta semanas o meses para recuperarse completamente).
Además, los efectos psicológicos no son menos terribles: mira la foto de arriba e imagina docenas de soldados en situaciones parecidas, o peores… y a continuación imagina que estás en una trinchera y ves que varios morteros están empezando a lanzar cilindros de agente mostaza. ¿Correrías? La mayor parte de los soldados lo hacían. Sé que yo lo haría sin dudarlo un solo momento.
El problema era que, una vez soltado sobre un área, era muy difícil eliminarlo: era una sustancia oleosa y pegajosa, que se evaporaba poco a poco hasta desaparecer. Normalmente, era usado sobre posiciones en las que no se quería entrar, simplemente sacar al enemigo de allí, y la verdad es que, para eso, funcionaba muy bien.
Desde luego, esta horrible arma era vista como “juego sucio” por los ingleses y los franceses. ¿Quiere esto decir que no hicieran ellos lo mismo? Ni mucho menos - en palabras del comandante en jefe del British II Corps, el Teniente General Ferguson:
Es una forma cobarde de hacer la guerra que no aprobamos ni yo ni otros soldados ingleses […] No podemos ganar esta guerra salvo que matemos o incapacitemos más de nuestros enemigos que ellos, y si esto puede ser logrado únicamente copiando al enemigo en su elección de armas, no debemos negarnos a hacerlo.
Un bombardeo químico típico durante la Primera Guerra Mundial.
Como hemos dicho en otras ocasiones aquí, es fácil juzgar las cosas desde nuestro tiempo y lugar. No escribimos esta cita para que maldigas a los ingleses o a los militares: ingleses, alemanes, españoles, americanos, militares, políticos y líderes religiosos, todos ellos han hecho las cosas más atroces en el nombre de ideales nobles y no tan nobles. Todos humanos. Como contrapunto, he aquí las palabras de otra inglesa, la enfermera Vera Brittain:
Ojalá la gente que quiere seguir con esta guerra sin importar lo que cueste pudiera ver a los soldados que sufren de envenenamiento por gas mostaza. Grandes ampollas color mostaza, ojos que no ven, cerrados y pegados, siempre luchando por respirar, sus voces un mero susurro, diciendo que sus gargantas se cierran y que saben que van a asfixiarse.
La Primera Guerra Mundial, en efecto, mostró el verdadero horror de la guerra química y nos enseñó el terrible poder del agente mostaza. La humanidad estaba horrorizada, y la Convención de Ginebra de 1925 prohibió la guerra química. Pero ¿estaba la humanidad suficientemente horrorizada? Júzgalo tú mismo:
- El Reino Unido lo usó contra el Ejército Rojo en 1919.
- España lo utilizó contra los rebeldes beréberes en la guerra del Rif, en 1921-1927.
- Italia lo utilizó contra Libia en 1930.
- La Unión Soviética lo usó en Xinjiang contra China en 1934 y 1936-37.
- Italia lo utilizó contra Abisinia en 1935-1940.
- Polonia lo utilizó contra Alemania en 1939.
- Alemania lo utilizó contra Polonia y la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial.
- Japón lo utilizó contra China en 1937-1945.
- Egipto lo utilizó contra Yemen del Norte en 1963-1967.
- Irak lo utilizó contra Irán en 1981 y en 1983-88.
- Irán lo utilizó contra Irak en 1987-1988.
- Irak lo utilizó contra los kurdos en 1988.
- Sudán lo utilizó (probablemente) contra los insurgentes en la guerra civil en 1995 y 1997.
Pero, además, este agente químico es letal incluso cuando no se utiliza como arma. Aún siguen encontrándose, de vez en cuando, cilindros sin explotar que contienen agente mostaza en Bélgica y Francia. Puede que no te lo creas, pero hasta que recientemente se prohibió, la manera típica de librarse de ellos era hacerlos estallar bajo el océano. Alemania tenía enormes cantidades almacenadas durante la Segunda Guerra Mundial, y cuando los Aliados entraron en Alemania se libraron de este compuesto…tirándolo al Mar Báltico. El problema es que el gas mostaza sigue siendo activo durante cinco años, y en contacto con el agua del mar se convierte en una especie de gel al polimerizarse. Si después llegaba a la costa, flotando en una playa, era posible confundirlo con ámbar gris, una sustancia muy valiosa… te imaginas el resto.
Puede que esto también resulte difícil de creer, pero sigue siendo legal fabricarlo y almacenarlo, por mucho que se diga lo contrario. La Convención de Armas Químicas de 1993 permite que un país posea hasta una tonelada de este compuesto, aunque si produce más de 100 gramos al año debe informar a la Organización para la Prohibición de Armas Químicas. Muchos países aún tienen grandes cantidades de gas mostaza almacenadas.
Cambiando de tema, hemos dicho que es posible confundir el agente mostaza polimerizado con ámbar gris, pero, hablando del ámbar gris…
Para saber más (aviso, algunos contienen texto o imágenes desagradables):
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[https://ccc.apgea.army.mil/sarea/products/textbook/Web_Version/chapters/chapter7.htm#mustard](https://ccc.apgea.army.mil/sarea/products/textbook/Web_Version/chapters/chapter7.htm#mustard)