A pesar de que el Telescopio Espacial Hubble va a seguir operativo, al menos, hasta 2013, emocionalmente ya lo estoy echando de menos - cada vez que a esta vetusta máquina se le rompe un giroscopio, me asaltan las dudas. ¡Nos ha dado tantas maravillas! Afortunadamente la NASA aún va a añadir algunos instrumentos ópticos que tal vez nos proporcionen imágenes aún mejores, y en el futuro tendremos el James Webb.
El caso es que, aunque sea una tontería, me siento nostálgico de algo que aún está con nosotros, y quiero dedicar algunos artículos de nuestras Imágenes Astronómicas a fotografías tomadas por el Hubble. Para cada una, como siempre, explicaremos qué es lo que estás viendo (algunas son tan famosas que seguro que ya lo sabes), y daremos algunos otros formatos para que puedas, por ejemplo, descargar una imagen de alta resolución para usar de fondo de pantalla, o incluso imprimirla.
La imagen de hoy es, además, relevante porque tiene que ver con nuestra serie de La vida privada de las estrellas. Ilustra capítulos a los que llegaremos pronto, acerca de la “muerte” de las estrellas, y más en particular de nuestro propio Sol. Me refiero a la despampanante Nebulosa de la Hélice:
Crédito: NASA, ESA, C. R. O’Dell (Vanderbilt University), M. Meixner y P. McCullough (STScl)
La imagen que ves es una composición de dos fotografías (una tomada por el Hubble y la otra por el Observatorio Inter-Americano de Cerro Tololo, en Chile). Lo que estás viendo es una nebulosa planetaria (desafortunado nombre, porque no tiene nada que ver con ningún planeta), en concreto NGC 7293, El Ojo de Dios o - mi nombre favorito - El Ojo de Sauron, y lo que podría ser una imagen de la futura “muerte” de nuestra propia estrella.
NGC 2793 se encuentra a unos 680 años-luz de nosotros, en la constelación de Acuario. Aunque desde aquí sólo abarca 25 segundos de arco, se estima que** tiene un radio de casi tres años-luz**, de modo que es un objeto astronómico de tamaño considerable, aunque, originariamente, no era más que una estrella de tamaño mediano.
Como ya hemos mencionado alguna vez en El Tamiz, aunque entraremos más en detalle cuando lleguemos a este asunto en la serie dedicada a las estrellas, cuando una estrella de tamaño medio consume todo el hidrógeno del núcleo sufre una gran compresión y calentamiento, que inicia la fusión del helio. Sin embargo, la fusión del helio es muy sensible a los cambios de temperatura, lo que hace que esa etapa sea corta y convulsa. La estrella se convulsiona y expande, convirtiéndose en una gigante roja y soltando capas de gas en una serie de oleadas violentas, que la rodean de una nube de gas que se expande muy rápidamente.
Cada vez que la estrella suelta una de estas capas de material externo, muestra más y más capas internas de su estructura, que están más y más calientes. Llega un momento en el que sólo queda el núcleo, muy caliente y muy denso: una enana blanca. Alrededor, la nube de gas que la estrella ha desprendido. La enana blanca, al principio, está tan caliente que los fotones que desprende son capaces de ionizar el gas que la rodea, y éste brilla: eso es lo que estás viendo en la imagen.
La capa más externa de la imagen (la “primera oleada” de material desprendido) fue expulsada de la estrella hace unos doce mil años, y aún le quedan muchísimos más por brillar, mientras la enana blanca central se enfría (como ya no se produce la fusión, la temperatura irá disminuyendo poco a poco). El gas desprendido sigue alejándose del centro de la imagen a unos 110.000 km/h, de modo que el ojo se sigue “abriendo” (aunque, por supuesto, tan poco a poco que es imposible notarlo).
Desde luego, la imagen que tenemos es, inevitablemente por la distancia que nos separa, bidimensional. El aspecto “real” de la nebulosa es, de acuerdo con los modelos de los astrofísicos, algo parecido a esto:
_ Crédito: NASA, ESA, C.R. O’Dell (Vanderbilt University), y M. Meixner, P. McCullough, y G. Bacon (Space Telescope Science Institute)._
Puedes encontrar imágenes de la nebulosa en otras resoluciones (hasta una monstruosa 16000x16000), incluyendo las más comunes para que puedas usarla como fondo de pantalla (desde 640x480 hasta 1280x1024), además de otros formatos como PDF, aquí (parte del sitio del Hubble). Se me ocurren pocos fondos de pantalla más bellos - y algunos de los que se me ocurren aparecerán en esta serie en artículos posteriores.