Hace unos meses_ ya habíamos hablado de otro avance biomédico similar, aunque no tan importante como éste: Científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington y de Geron Corp. (una empresa de California) han logrado reparar el corazón de ratas que habían sufrido infartos de miocardio utilizando células madre embrionarias humanas. El descubrimiento se publica en la edición de Septiembre de _Nature Biotechnology.
Como solemos decir aquí - si eres médico, cierra los ojos o rechina los dientes ante las simplificaciones que vamos a hacer. Cuando se sufre un infarto agudo de miocardio, una parte del corazón deja de recibir sangre (y, por lo tanto, oxígeno), y se produce una necrosis. Por eso, dependiendo del tamaño de la zona afectada, tras sufrir un infarto de miocardio se puede padecer una insuficiencia cardíaca: como el trabajo de bombeo debe realizarse por una masa muscular menor que la de antes, puede no ser suficiente.
Hace ya tiempo que los científicos tratan de convertir células madre embrionarias en miocardiocitos (las células que componen el músculo cardíaco), pero hasta ahora se habían encontrado con dos problemas: por un lado, sólo una fracción muy pequeña de las células madre se transformaban en miocardiocitos (alrededor del 1%) y, por otro, no se conseguía que las que lo hacían sobrevivieran mucho tiempo.
El equipo del Centro de Biología Cardiovascular del Instituto de Células Madre y Medicina Regenerativa de la Universidad de Washington (tiene tela el nombre) ha logrado resolver el primer problema tratando las células madre con dos proteínas específicas que favorecen el desarrollo en miocardiocitos (en vez de otros tipos de células diferenciadas), y después purificando el conjunto de células resultantes para eliminar las que no se han convertido en células del miocardio. Con este método se ha logrado una conversión en miocardiocitos del 90%. Por cierto, como has leído en la introducción de la noticia, las células utilizadas no son de embriones de rata, sino embriones humanos, a pesar de que luego se implanten en ratas.
El segundo problema es específico de las estructuras sólidas del organismo: fabricar líquidos (como sangre) no es ya un gran problema, pero por alguna razón el conseguir que las células se diferencien en osteocitos (células que componen los huesos) o miocitos (células de los músculos) y lograr que sobrevivan después y formen una estructura consistente es difícil. En este estudio, los científicos han construido una matriz, una especie de “andamio”, en la zona del corazón en la que se quiere producir masa muscular, para que las nuevas células tengan dónde crecer.
La matriz y un “cóctel de medicamentos” destinados a retrasar la muerte celular han logrado un resultado excepcional en la supervivencia de las células producidas: sin usar el cóctel de drogas se lograba un éxito del 18%; utilizando este procedimiento, todas las ratas han obtenido su “implante cardíaco” con éxito.
Pasado un tiempo, los miembros del equipo que publica el estudio han analizado el efecto sobre el corazón de los animales: las paredes eran más gruesas que antes del tratamiento, y las contracciones más vigorosas. Aunque no hemos encontrado referencias de cómo se compara el funcionamiento del órgano con cómo era antes de sufrir el infarto, es indudable que se ha producido una regeneración del tejido muscular cardíaco.
A continuación se va a seguir el estudio con animales de mayor tamaño (cerdos y ovejas), mientras se refina el proceso con ratas. El Doctor Chuck Murry, director del Instituto, cree que los primeros análisis clínicos con humanos empezarán en dos años. De continuar el éxito de este método, podría convertirse en un tratamiento muy eficaz para personas que han sufrido un infarto de miocardio.
Para saber más: EurekAlert.