Iniciamos esta serie de Hablando de… con el ácido sulfúrico, sintetizado por primera vez por Geber, cuyas ideas inspiraron la búsqueda en la Edad Media de la piedra filosofal por los alquimistas, el más grande de los cuales fue Paracelso, que eligió ese nombre para compararse con Celso, que se pensaba era un médico romano pero realmente era un tratadista que escribió una de las primeras grandes enciclopedias, la mayor de las cuáles es el Siku Quanshu, que contiene tesoros científicos, literarios y filosóficos como los tres textos clásicos del Taoísmo Filosófico, que tenía un concepto de la realidad muy diferente del occidental hasta la llegada de la “realidad cuántica”, puesta en cuestión por algunos físicos, que se enzarzaron en interesantes debates como las discusiones entre Einstein y Bohr, en las que tomaron parte otros genios como John von Neumann._ Pero hablando de John von Neumann…_
John von Neumann nació en Budapest con el nombre de Neumann János Lajos (los nombres húngaros tienen el nombre propio detrás del apellido), aunque luego se lo cambiaría al llegar a los Estados Unidos. A pesar de que la gente siempre habla de Einstein como ejemplo de alguien que demuestra una enorme inteligencia como adulto pero, como niño, no parecía genial en absoluto (lo cual, estúpidamente, lleva a algunos a pensar que el que un niño no sea bueno en el colegio y demuestre imaginación significa que es un genio), von Neumann es un ejemplo de lo contrario.
De hecho, es una de esas personas cuya inteligencia es tan grande que no es fácil de asimilar: a los seis años era capaz de dividir números de ocho cifras mentalmente y conversaba con su padre en griego clásico. A los ocho años había superado el cálculo (sí, sí…el infinitesimal también) y había leído los 44 volúmenes de Historia Universal que sus padres tenían en casa. Tenía memoria fotográfica, de modo que podía recordar páginas enteras sin esfuerzo. A la edad de doce años, sus conocimientos matemáticos _eran del nivel de un graduado universitario. _ Von Neumann es uno de los matemáticos más importantes del siglo XX, pero no sólo eso: además de su doctorado en matemáticas, tenía títulos menores en química y física. Sus contribuciones son extraordinarias en física cuántica (ya mencionamos cómo era parte de los debates entre Einstein y Bohr), análisis de funciones, topología, teoría de conjuntos, economía, análisis numérico, computación, hidrodinámica, estadística, teoría de juegos…Estableció los conceptos de los autómatas celulares, del constructor universal…Y piensa que esto es un resumen muy breve de lo que hizo. No hay palabras.
Cuando se creó el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, los poquísimos científicos y matemáticos que formaron su claustro eran una selección tan extrema que los llamaban_ “los semidioses”_. Entre ellos, Einstein, Gödel…y, por supuesto, von Neumann.
Aparte de ser una mente muy brillante, von Neumann era un hedonista reconocido: bebía mucho, comía con entusiasmo y conducía de manera irresponsablemente descuidada (de hecho, alguna vez fue arrestado por conducir mientras leía un libro). Las secretarias de Los Alamos (donde trabajó en el programa nuclear estadounidense, del que hablaremos en breve) llegaron a poner trozos de cartón delante de sus mesas para que no les mirara las piernas sin ningún pudor.
János Lajos acabó en los Estados Unidos cuando los nazis adquirieron el poder en Alemania (era de origen judío). De hecho, ayudó a otros científicos y matemáticos judíos a cruzar el charco y a encontrar trabajo en América. Cambió su nombre a John von Neumann (el “von” era parte de un título honorífico de su familia en Hungría) y eventualmente se convirtió en ciudadano americano.
No sólo eso: es una de las principales figuras del desarrollo armamentístico nuclear estadounidense. Sus conocimientos de matemáticas aplicadas a las explosiones lo convirtieron en parte del Proyecto Manhattan. De hecho, fue miembro del “grupo de selección de objetivos” para las primeras bombas. Su primera elección (denegada por el gobierno): Kyoto.
Mientras que otros científicos del proyecto, como Oppenheimer, posteriormente sintieron una enorme culpa por lo que habían ayudado a crear, von Neumann no tenía ningún problema en absoluto con utilizar armas atómicas. De hecho, si fuera por él se habrían lanzado ataques nucleares preventivos contra la Unión Soviética antes de que dispusieran de armas atómicas. Era un militarista entusiasta.
Sus contribuciones en computación también son apabullantes: participó en el diseño de ENIAC, propuso el bit como unidad de información, creó la arquitectura del ordenador que estás utilizando para leer este artículo…se planteó la posibilidad de construir autómatas capaces de crear otros autómatas iguales que pudieran crear nuevas copias de sí mismos (asunto del que ya hemos hablado en El Tamiz).
Fue una de las primeras personas en plantearse, en un momento en el que los ordenadores eran muy primitivos, que las personas y los ordenadores podrían ser dos tipos diferentes de “autómatas” de diseños y modos de actuar diferentes, pero que podían ser comparados. Piensa que estamos hablando de mediados del siglo XX. La otra persona en plantearse el concepto de comparar máquinas pensantes y humanos de manera lógica fue otro matemático genial: Alan Turing, que describió su famoso test en el artículo “Máquinas computacionales e inteligencia”.
Según el artículo de Turing, podemos considerar que una máquina es “inteligente” si un humano que conversa de forma natural con dos interlocutores (un humano y la máquina) de manera que sólo pueda saber cuál es cuál por la conversación, sea incapaz de descubrir cuál es el humano y cuál la máquina.
De hecho, si combinamos las ideas de Turing (la inteligencia artificial) y las de von Neumann (la auto-replicación de máquinas) podríamos tener máquinas que no sólo construyeran, sino que diseñaran otras máquinas, lo cual llevaría a una singularidad tecnológica. Pero hablando de la singularidad tecnológica…