Hace ya tiempo que El Tamiz no se dedica a publicar noticias, ya que nos hemos centrado más bien en la divulgación, pero la gravedad de ésta nos ha movido a hacer una excepción. No hay una manera delicada de dar esta noticia, de modo que permite que te la suelte sin marear la perdiz, tal y como es: los catastrofistas tenían razón, el LHC sí tenía el potencial de destruir la Tierra, y no sólo eso… ya lo ha hecho.
El LHC, superpuesto con la superficie.
Por si no sabes de qué estoy hablando, el LHC (Large Hadron Collider, Gran Colisionador de Hadrones) del CERN es el acelerador de partículas más potente jamás construido por el hombre. Desde bastante antes de su construcción y puesta en marcha, algunas voces se alzaron avisando de los posibles peligros de jugar a ser Dios con nuestras máquinas y utilizar fuerzas que no conocemos bien. Muchos tildaron a esas voces de descerebrados y alarmistas, y tengo que reconocer que yo fui uno de ellos. Sin embargo, las predicciones de esos “descerebrados” se han cumplido, y me tengo que comer mis palabras.
Desde luego, tal vez te estés riendo y pienses: “Pero, ¿cómo va a haber destruido el LHC la Tierra si estoy leyendo este artículo? ¡La Tierra y yo seguimos aquí, qué estupidez de noticia!” Algo muy evidente… pero falso. Como hemos dicho aquí muchas veces, la intuición a veces nos juega malas pasadas. En este caso, parece obvio que si estás leyendo estas líneas, la Tierra no ha podido ser destruida. Nada más lejos de la realidad, aunque hace falta hacer un paréntesis para entender por qué.
Hace unos meses apareció la noticia de que dos físicos, el danés Holger Bech Nielsen y el japonés Masao Ninomiya, habían sugerido la posibilidad de que el bosón de Higgs estuviera viajando hacia atrás en el tiempo para “sabotear” su propio descubrimiento en el Gran Colisionador. Aunque a muchos nos hiciera gracia la noción, otros físicos ilustres se hicieron eco de las ideas de Ninomiya y Nielsen, y sus conclusiones serán publicadas la semana que viene en la prestigiosa revista Nature.
En palabras del físico teórico canadiense Marc T. Beauregard, principal autor del artículo,
“Nielsen y Ninomiya tenían razón. Desde que se impulsaron los primeros planes para construir el LHC se han producido casi media docena de anomalías que no son explicables desde ninguna otra hipótesis más que la del viaje en el tiempo del bosón de Higgs. La primera anomalía es precisamente nuestra aparente incapacidad de terminar y poner en marcha el LHC, algo que nos ha costado muchísimo más de lo que cabía esperar. Pero eso no es todo.”
De acuerdo con Beauregard y sus colegas, existen otros indicios que, introducidos en las ecuaciones de la cromodinámica cuántica, sólo tienen sentido como ondulaciones de nuestra propia realidad producidas por alteraciones inducidas por el bosón de Higgs en el futuro.
Peter Higgs, el principio de nuestro fin.
“¿O es que hay alguna otra posible explicación para la cancelación de Firefly o el éxito de la saga Crepúsculo? No, la solución está muy clara: al establecer como condiciones de contorno del problema el sabotaje temporal del Higgs, todo encaja a la perfección.”
Sin embargo, aunque puedan parecer buenas noticias, ya que al fin tenemos confirmación teórica de las ideas de Nielsen y Ninomiya, las ecuaciones de Beuregard y sus colaboradores llevan a conclusiones mucho más siniestras. Según Beauregard,
“Las noticias no son buenas. Nuestros cálculos, teniendo en cuenta los últimos avances en el LHC y su puesta en marcha a pesar de tantos “sorprendentes” contratiempos, muestran que nuestra obstinación por descubrir el bosón de Higgs nos ha llevado al desastre. Nuestra determinación ha superado todos los obstáculos puestos en nuestro camino por la partícula… y, para evitar ser descubierto, al bosón no le ha quedado otra opción que destruir no sólo la Tierra, sino el Universo entero.”
Las palabras del canadiense pueden parecer sensacionalistas, pero puedo asegurarte que, desde mis limitados conocimientos, no hay un solo error en sus ecuaciones. La clave de la cuestión está en la interpretación de los múltiples universos de la mecánica cuántica, propuesta por Hugh Everett. Aunque no hemos llegado aún a explicarla en Cuántica sin fórmulas, de acuerdo con las ideas de Everett la indeterminación de la mecánica cuántica se debe a que, ante cualquier medición que pueda dar más de un resultado, el Universo se divide en varias “ramas”, en cada una de las cuales se obtiene uno de los resultados posibles.
De acuerdo con Beauregard, en uno de los Universos creados en las mediciones que realizamos en el LHC, hemos conseguido descubrir el bosón de Higgs, y eso ha desencadenado todos los “sabotajes” temporales de la partícula. Sin embargo, dado su fracaso al tratar de cancelar su descubrimiento, al parecer el bosón ha viajado aún más atrás en el tiempo. Al parecer, en 1981 trató de producir un conflicto nuclear a escala global, pero también falló en su intento; finalmente, no sabemos si por frustración o por asegurarse de verdad de tener éxito (los físicos no se atreven a hablar de intenciones o frustración al hablar de una partícula subatómica), el bosón ha retrocedido hasta el propio Big Bang.
Una vez allí, siempre de acuerdo con las ecuaciones del equipo de Beauregard, el bosón de Higgs ha modificado el valor de la constante de estructura fina hasta 0,1198 desde su valor “actual” de 0,0073. Esto puede parecer irrelevante, pero si el Universo hubiera evolucionado con ese valor de la constante, la fusión estelar no se produciría nunca, ninguna estrella se “encendería”, y el Universo sería un lugar oscuro y frío. La vida como la conocemos no existiría. En palabras de Beauregard,
“Sin fusión estelar no puede haber civilizaciones como la nuestra […] No puede haber ningún observador que descubra, nunca jamás, el bosón de Higgs. El Universo se convertirá en un lugar siempre ordenado, siempre ignorante, siempre inerte. El bosón ha ganado la batalla.”
Cadena protón-protón de la fusión del hidrógeno, sin la que no existirían observadores del bosón de Higgs.
Desde luego, la pregunta evidente si has llegado hasta aquí es “¿Por qué no hemos desaparecido ya? ¿Por qué sigue brillando el Sol y no estamos todos muertos?” Una vez más, la respuesta es la interpretación de Everett de la cuántica. El hecho es que el Universo se está apagando según lees estas líneas, una rama cada vez. Poco a poco van quedando menos –de acuerdo con Beauregard, las ramas se van apagando en orden completamente aleatorio–, de modo que tarde o temprano, la nuestra “recibirá la información” del valor de la constante de estructura fina, y la historia de nuestro Universo se reescribirá a sí misma sin el brillo de una sola estrella.
“Es imposible saber cuándo se producirá el cambio y, por tanto, cuánto nos queda”, según Beauregard, “pero estadísticamente podemos calcular el valor esperado, que resulta ser el solsticio de invierno dentro de tres años: el 21 de diciembre de 2012.”
¿Coincidencia? Yo creo que no. Puedes leer el artículo completo de Beauregard aquí.
Este artículo fue publicado el día 28 de Diciembre de 2009, Día de los Santos Inocentes. Todo lo que has leído es mentira, pero si te ha hecho sonreír, ha merecido la pena.